martes, 10 de marzo de 2009

Honrada medianía...

Porque si Juárez no hubiera muerto, como dice la canción, se moriría ahora al saber que los ministros de la corte, de la que él fue presidente, ganan $633,000.00 seiscientos treinta y tres mil pesos mensuales, en nómina, sin contar otras prestaciones como bonos, viáticos, coche con chofer, teléfonos celulares, gastos de representación y algunos bonitos beneficios más, otorgados por sus lindas nalgas, que son las que más sudan, porque las caras las tienen muy baratas y no las sudan tanto.
Y como el mal ejemplo cunde, los consejeros del instituto federal electoral, que apenas ganan $177,000.00 ciento setenta y siete mil pesos mensuales. ¡Hágame usted el favor! pretendieron por unos días la homologación salarial con los ministros, aunque de pronto y sin decirnos porqué, se arrepintieron y dejaron las cosas como están, que de todas maneras su sueldo sigue siendo un escupitajo sobre la tumba del Benemérito de las Américas.
Si Juárez no hubiera muerto se tragaría ahora sus palabras que proponían un modo de vivir de los funcionarios públicos en la honrada medianía que él atribuyó al señalamiento de la ley, aunque debió de haberse referido mejor a la equidad, porque la ley es ahora un limpión en manos de los trapeadores por los que cada seis años votamos, o no votamos, pero que de todos modos dicen que ganan.
De cómo y de que murió Juárez, corren desde el mismo día de su muerte (18 de julio de 1872) varias versiones: La oficial cuenta que fue de angina de pecho; los chismosos dicen que los masones lo mandaron a envenenar y los intrigantes refieren que la iglesia católica mandó a darle mastuerzo. Para mí que se murió de un derrame de bilis cuando su lúcido cerebro imaginó el futuro del país que defendió con tanto ahínco. Díganme si no todas sus recomendaciones han sido trastocadas y violentadas:
Dejó dicho don Benito: “Los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad”. Pues ya ven ustedes que el Órgano de Fiscalización Superior lo más que hace es señalar quienes y cuanto se ratearon, hace las denuncias y la procuraduría se hace como tía Lola (que se hace pendeja sola). Nunca han detenido a un Hank, un Alemán, un Salinas, bueno, ni a los munícipes más rascuachos.
Dijo don Benito que “no se puede gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa sino con sujeción a las leyes” y ya ven ustedes que los planes de desarrollo, sean municipales, estatales o federal, no merecen la menor atención, cada quien manda como Sancho en la Ínsula Barataria.
Dijo Juárez que “los funcionarios públicos no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación” y vean ustedes que las partidas secretas están a la orden del día, y el que lo pone en claro se va para su casa; que el que le mete mano a la mitad es porque está manco como Obregón; que cual mas cual menos se asigna sueldos estratosféricos que contrastan con el salario mínimo del pueblo y que, con cargo al erario o sea nuestros impuestos, algunos cometen la sinvergüenzada de irse a ocho días a Brasil en tiempos de carnaval y todavía regresan a regañar a su tropa porque se fue el martes a Coyolillo.
La “consagración al trabajo” de la que habló el prócer, en estos tiempos se ha transformado en una conflagración del carajo. La crisis, la corrupción, el dispendio en medio de los barruntos de una hecatombe económica, la bursátilización para que el dinero “sude”, es una forma prostituida de ganarse el pan con el sudor del de enfrente. Pronto- y deseo fervientemente equivocarme- estaremos pagando las consecuencias de no haber atendido los apotegmas del mejor mexicano que ha dado…Guelatao.

Link original:
http://magnogarcimarrero.blogspot.com/

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